viernes, 15 de noviembre de 2013

MARIA... luz de un futuro...

      



           Hola amiguitos... creo que ya me conocen... Soy el títere de Jetron y, él, mi papito me ha contado historias muy bonitas y yo se las transmito a ustedes... Estas historias son "el como pudo haber sucedido"... y yo creo que realmente así pudo haber sucedido... 

                                                       o0o


          Ana, la madre de la pequeña María ya había terminado las principales tareas de la casa y podía darse un descanso. La pequeña María había estado junto  ella ayudándola en las labores acostumbradas. Mientras ella barría el piso de tierra apisonada, la pequeña pasaba un paño por los rudimentarios muebles. Cuando Ana se preparaba para encender el fogón para hacer el pan y cocer los alimentos; María llegaba sosteniendo en sus bracitos un atado de ramas y astillas secas, que pacientemente había recogido anteriormente. Veía, también, como se esforzaba en tender las camas de tibios y limpios vellones de ovejas y como al enredarse entre ellos se caía y brotaba de su boca una risa contagiosa. Ana elevó su mirada hacia lo alto y presionando sus manos sobre el pecho, dio gracias por el don maravilloso de su hija, por María.


             ¿Qué sucedía con ella? ¿Porqué era así?
            Con Joaquín muchas veces la habían observado cuando se alejaba de la casa y sola, entre los surcos de la huerta, caminaba conversando con alguien invisible. O cuando cerraba sus ojitos y permanecía un largo tiempo en silencio, mientras en sus labios se dibujaba una luminosa sonrisa. Y cuando hacía sus preguntas... ¡Ah, esas preguntas! Muchas de las cuales quedaban sin respuestas porque no las conocían...
            María, era diferente. Lo podían apreciar al compararla con sus amiguitas: Juana y Salomé. Ellas siempre andaban preocupadas de sus juegos y travesuras; incluso, sus madres luego de despertarlas las sacaban de la casa para tener un poco de tranquilidad. Muchas veces, preguntaron a Ana ¿qué había hecho ella para tener una hija como esa? No podían explicarse el verla tan tranquila y el porqué sabía tantas cosas. Pero, ¡si incluso sus hijas andaban cantando trozos de salmos, que les había enseñado la pequeña María!

            Ana sonrió y movió su cabeza murmurando.
 - Señor, tus senderos son imprevisibles... Te pido que cuides a nuestra pequeña María, y la guíes hacia y por tus senderos...

            Escuchó entonces la voz de María, que cantaba muy suavecito, mientras terminaba de tender la cama...

"De DIOS es la tierra y cuanto hay en ella,
el mundo y los que en él habitan;
que él fundo sobre los mares, él lo asentó sobre los ríos.
"¿Quién subirá al monte del Señor?
¿Quién podrá estar en su recinto santo?
EL DE MANOS LIMPIAS Y CORAZÓN PURO,
el que su alma  no lleva a  la vanidad ni jura en falso. (s. 24


Ana encontró la mirada de María y se sintió traspasada por su mirada de ternura. Por un instante creyó que se abría una ventana del cielo… Inocencia, ternura, amor… Mucho amor.

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