miércoles, 20 de noviembre de 2013

MARÍA JOVENCITA (1)






Hola soy Panchito, el títere de Jetrón. Hoy podremos ver un momento decisivo en la vida de la joven María... Compartámoslo ¿Qué les parece?




            María había ido a buscar algunas medidas de cebada donde Joaquín había efectuado algunos trabajos y se los debían como trueque. Los transportaba, como era la costumbre de la época en grácil equilibrio sobre su cabeza.

             Cuando entró en el patio anterior de su casa, pudo ver que su padre se encontraba conversando con un hombre a quien no reconoció en un primer momento, ya que se encontraba  de espaldas desde donde ella caminaba.

             Joaquín la vio avanzar, y una sonrisa se dibujó en sus labios:
             - Ya llegó mi Estrella del Mar... A ver déjeme ayudarla a descargar


             Cuando se levantaba Joaquín, lo hizo también quien estaba con él, María pudo reconocerlo entonces: era José el Carpintero.
             - Paz contigo María - La saludó - Espero que mi presencia no sea una molestia para usted.

             María, sorprendida sólo movió su cabeza negando tal posibilidad, y con una tímida sonrisa sin detenerse siquiera a que su padre la ayudara a bajar la carga, ingresó al interior de la casa.

            Allí estaba Ana, su madre.
             - Mamá, ¿Qué está haciendo aquí, José el Carpintero? ¿Es amigo de papá?

             Ana sonrió tiernamente a su hija. Luego de ayudarla a descargar el bulto de grano de su cabeza, la tomó de ambos hombros y la acercó a ella. Le dijo con cariño:
             - María, mi María... A casi todas nosotras, cuando llegamos a una edad en que comenzamos a convertirnos en mujer... quienes cuentan con la confianza de Dios para continuar su obra co-creadora, deben asumir el rol que Él nos entregó desde la Creación: el de ser compañeras y esposas del Hombre. José, es un buen hombre, muy trabajador, muy creyente y apegado a los designios de Dios... El te quiere como compañera, como esposa y como madre de los niños que Dios te enviará...

             María abrió los ojos con sorpresa. Pero, recordó que a su amiga Salomé hacía pocos meses había estado en idéntica situación... Y ella la había aconsejado sabiamente.

             - Madre... comprendo; pero yo he dedicado a Dios mi vida. Pensé que nunca iba a desposarme con hombre alguno... Pero si mi padre lo ha decidido así, y Dios no decide otra cosa... No me negaré a ello.

             Mientras permanecía en los brazos de su madre, María recordó una Lectura del Libro de los Proverbios ( 3, 1 - 6)


             "Hijo mío, no olvides mi enseñanza y practica mis mandamientos, pues te traerán              días en abundancia, años de vida y bienestar.
             No dejes que se retiren de ti el amor y la fidelidad, átalas a tu cuello, grábalas                en tu corazón. Así tendrá la aceptación y éxito ante Dios y ante los hombres.                    Confía en el Señor con todo tu corazón y no te fíes de tu inteligencia.
             Cuenta con Él en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas."

             La pequeña María cerró sus ojos y suspiró largamente.

             - Si Dios así lo quiere... Que así sea.

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