miércoles, 7 de septiembre de 2011

NIÑOS Y JÓVENES

Niños y jóvenes… ¡Los felicito!
¿Porqué? Bueno, por ser niños y jóvenes. Sencillamente por ello: por ser niños y también jóvenes. ¿Saben? Yo también algún día fui niño y mucho tiempo después fui  joven. Del haber sido niño me acuerdo muy poco. Mis recuerdos de entonces son como fotografías, son como cuadros estáticos captados cada ciertos puntos del camino: un cauro chico flacuchento pelo corto en la esquina asoleada de una casa, otro niño guatón bonito  cercano lejano. Un hombre joven de terno, camisa blanca y corbata; de fondo una bicicleta 28x1 ½, de color negro…  El niño chico bello: mi hermano Sergio, esposo, padre y médico. El chico flacuchento, niño de ese tiempo, hoy flamante viejo casi anciano por afuera, El otro… nuestro padre, joven entonces,  y que gracias a Dios aprendí a querer. De ese día ya han pasado 65 años y aún quedan en mi  borrosos pincelazos de esa escena.
Pedazos de cartulina brillantes, de estampas  en blanco y negro, ya amarillentas por el paso de miles de días y días. Puertas de entrada de cortas historias que se están perdiendo entre  la niebla del pasado. Ahora, cuando me encuentro a la vista del destino, las miro, las estudio, trato de llegar por ellas a los momento en que se plasmaron. He recordado ‘tios’ de alegría y también ‘tias’ de gusto a limón chico (son más ácidos). Primos mayores entonces, que ya no quedan hoy día. Primos que se fueron desgastando por  lo natural y otros que lo hicieron comenzando por sus hígados.
¿Saben? A través de los recuerdos del pasado, me he dando cuenta que de mis mayores me he ido quedando solo. Sin embargo, de mis menores, hermanos, primos, hijos y amigos he comprendido que me he sentido sólo… solo por bruto, y que ya es tiempo de regalar una flor a cada uno, planta con raíz, para que puedan sobrevivir mis días.
Niños y jóvenes… ¡Los felicito!  Cuando se tomen una fotografía: sonrían y de esta manera podrán llevar hacia el futuro un portal de felicidad, en el que ustedes, ya senectos,  volverán a vivir viejos momentos de alegría.

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