No es fácil caminar hacia atrás… Michael Jackson lo hacía con naturalidad y dejó su estilo en melodías. Yo también lo hago… ¡claro que lo hago! Pero sé que provoco sonrisas y risas nada más. Sin embargo, me gustaría caminar hacia atrás en el tiempo. Si, en el tiempo cronos; no para retornar a la juventud, ya que mis días ya pasados son regalos de experiencia, donaciones de alegría y ladrillos de un muro fuerte de felicidad. Me gustaría volver hacia atrás, para tener más tiempo para preparar mi viaje tan deseado y, por supuesto, prepararme yo también para lograr llegar a mi destino.
Hace tiempo, escribí sobre un amigo de nombre terrorífico pero que, si bien es cierto, estuvo muy cerca pude alejarme de él… No sabía pero si presentía que sería, una de tantas, lejanías pasajeras. Por ello, esa vez mi despedida fue afable y con un ‘- Hasta luego’. Podía haber sido un ‘Chao’, pero estimé que esa despedida chilena, importada inversamente de Italia, era propia de quienes se despiden y se anhelan. Pero con mi amigo el Cáncer creo que no sucede aquello.
Días atrás recibí una comunicación oportuna y amistosa en que me avisaba que ya estaba en camino para visitarme nuevamente y que esperaba estar toda una vida conmigo… Yo sólo atiné a sonreír. Un amigo siempre debe ser bien recibido, debe ser atendido y compartir recuerdos. El tiempo no tiene gran importancia pero esto no significa un ‘para siempre’. Yo recuerdo, cuando lo conocí, que su presencia me hizo caminar por senderos de miedo, de amargura, de inseguridad. Miedo, porque debía alejarme de los míos. Amargura, porque habiendo tenido tanto tiempo me pareció no haber hecho nada por construirme por dentro. Inseguridad, porque no podía hacer nada por mi mismo para minimizar la amenaza… Pero que equivocado estaba, yo tenía un verdadero amigo. Un amigo que me amaba así como yo era; un amigo que podía dejar a noventa y nueve fieles por un rezagado desobediente. Y sentí su presencia, su atención, la fuerza de sus brazos protegiéndome de peligros… Y me refugié en Él y Él me sacó adelante.
Esta vez, antes que llegue mi negativo amigo, me encuentro disfrutando del amigo verdadero… Doy gracias a Dios porque he podido acercarme a Él. Porque a través de sus palabras en la quietud de la noche, en el silencio del día, me ha hecho comprender que la vida es así, que la felicidad son sólo momentos, muy largos o cortos, pero sólo momentos. Que la inmanencia al final de los días luminosos da paso a la trascendencia donde la felicidad se prolonga para siempre.
Oro por todos ustedes que han formado mi cielo en esta tierra.
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