miércoles, 2 de marzo de 2011

A TODA PRISA

Muchas veces me he arrepentido de las reacciones que he tenido ante mínimas molestias que me han ocasionado otros. Creo que en la actualidad esto casi no sucede... ¿Porqué? Bueno por la experiencia que me ha dado la edad y, también, por situaciones como las de este cuento...

Cierta vez, un conductor se desplazaba por una autopista a una velocidad excesivamente alta cuando, de repente, justo después de una curva aparece un hombre parado en medio de la vía, haciendo señal de parada con los brazos y de una forma desesperante.


El conductor, sorprendido y a la vez asustado, toca insistentemente la bocina para ver si así el individuo se quitaba del camino. Pero fue inútil, el hombre seguía señalando que pare con sus brazos abiertos.


Debe de estar loco, dijo el conductor mientras pisaba el freno provocando un fuerte chillido y dejando dos largas marcas negras en el pavimento, logrando finalmente detener el auto antes de atropellarlo. Muy enojado, se baja del carro y, estrellando la puerta, se dirige hacia el hombre y le dice:

-¿Acaso no tienes ojos? ¿No ves lo peligrosa que es esta carretera y te atraviesas en ella como si nada? O ¿acaso eres loco para no ver el peligro que corres?


- No, señor, no estoy loco  -le contesto el individuo- Lo que pasa es que el puente que está en la próxima curva acaba de desplomarse; y sabía que, si no hacia algo, usted u otro que pasara en este momento, tendría una muerte segura. Tuve que arriesgar mi vida para ver si podía salvar la suya y creo que lo he logrado...

No hay comentarios:

Publicar un comentario