
Haced lo que Él os diga.
Que difícil puede ser la vida de una pareja cuando sólo la pasión los ha unido. El entusiasmo inicial va desapareciendo y los imanes que conformaron la atracción de un principio, trocan su polaridad y el rechazo comienza a influenciar en sus acciones. El vínculo de unión que en el principio de la relación parecía indestructible comienza a desvanecerse. Toda frase es inicio de visiones diferentes, de puntos de vista diferentes, de posiciones diferentes de discusiones.
El tiempo, que por lo general hace madurar el amor verdadero, que lo robustece, que va fortaleciendo el nosotros sobre la individualidad excesiva de cada uno de los integrantes de la pareja; en este caso, va minimizando los vínculos de unión. Y la que en un principio pudo parecer una cadena de acero templado se va transformando en una alternativa de un material frágil y quebradizo. La felicidad invocada como realidad a vivir va dando paso a una rutina agotadora, a tensión a intolerancia…
¿Qué ha faltado para potenciar esa unión de un hombre y una mujer?
. Ha faltado DIOS… Jesucristo como real camino de vida…
Al colocar el amor de Cristo como un factor del matrimonio, se exige que se tome ese amor como modelo y medida de la vida. Los esposos tratarán, dentro de lo humanamente posible, de amar como Cristo ama, pues aman ya con Él. En un mundo donde el matrimonio ha sido tan desprestigiado y trivializado y donde los modelos son tan efímeros y pobres, (cómo es importante resaltar el matrimonio cristiano en toda su belleza ideal! Así los esposos se estimularán a trabajar, a ser fieles, a ser delicados y perseverantes, a encontrar razones para luchar e incluso razones para amar por encima de las adversidades grandes o pequeñas que la vida pueda traer.
Vivir cerca de Cristo, en gracia.
El sacramento del matrimonio envuelve el amor de los esposos en el amor que Cristo les tiene. Sería un contrasentido grave vivir, por el pecado, en desavenencia con ese mismo Cristo. Con su unión calcada sobre la relación de Cristo con la Iglesia, los esposos están llamados a entrar en una relación muy personal con Aquel que amó “hasta el fin”. A este propósito dice el Papa que si no estamos con Cristo nunca vamos a entender el amor.
"¿Acaso se puede imaginar el amor humano sin el Esposo y sin el amor con que él amó primero hasta el extremo? Sólo si participan en este amor en este ‘gran misterio’ los esposos pueden amar ‘hasta el extremo’: o se hacen partícipes del mismo, o bien no conocen verdaderamente lo que es el amor y la radicalidad de sus exigencias. Esto constituye indudablemente un grave peligro para ellos" 1.
La perseverancia en el amor es, por tanto, un don de Dios. Un don que consiste en una visión de fe que nos hace ver el matrimonio en una dimensión más grande de lo que es la visión meramente humana. Además es un don que concede una fuerza especial para llevar esa visión a la práctica.
De nuevo nos viene a la mente la definición del amor como un mirar juntos en la misma dirección. ¡Qué grandeza da el misterio cristiano a esta verdad humana! El amor mira a Dios, destino único y total de cada corazón humano y el amor hace ese camino de la mano del mismo Cristo que también es Esposo y... ¡algo sabe del matrimonio!
JETRÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario