miércoles, 1 de abril de 2020
miércoles, 23 de mayo de 2018
CAMINEMOS...
Eran tan amigos que
no necesitaban las palabras para saber lo que pensaban. Caminaron
juntos.
Cuando se
encontraban pocas palabras rompían el silencio. Pero
a veces se necesita la oreja y la palabra de un ser abierto a la comprensión;
en estas ocasiones surgía la necesidad de estar juntos. Pocas palabras y pocas
escenas del ayer. Pocas frases, nunca una risa y solo algunas sonrisas.
- - Cuanto tiempo ha pasado ¿no?
- Así es… ¡Cuánto tiempo! Quizás
demasiado
Nuevamente silencio,
silencio de hojas secas holladas por pasos lentos sin compás. Miradas
abreviadas por el suelo...
- - Han pasado años y años,
demasiados años ¿no?
- - Y que vamos a hacer hay que
vivirlos ¿no?
- - ¿Hay que vivirlos?
- Mmmmmm
- (El sonido de un
suspiro)
- ¿Caminamos?
- - Caminemos
- - Bueno, entonces… vamos
Juntos sonriendo
iniciaron un camino hacia el recuerdo…
viernes, 12 de enero de 2018
ME GUSTARÍA CAMINAR PARA ATRÁS...
Me gustaría caminar para atrás...
… Michael Jackson lo hacía con naturalidad y dejó su estilo en melodías. Yo también lo hago… ¡claro que lo hago! Pero sé que provoco sonrisas y risas nada más. Sin embargo, me gustaría caminar hacia atrás en el tiempo. Si, en el tiempo cronos; no para retornar la juventud, ya que mis días ya pasados son regalos de experiencia, donaciones de alegría y ladrillos de un muro fuerte de felicidad. Me gustaría retroceder para tener más tiempo para preparar ese viaje tan deseado.
Hace tiempo, escribí sobre un amigo de nombre terrorífico: “Cancer”, pero que, si bien es cierto, estuvo muy cerca pude alejarme de él… No sabía pero si presentía que sería, una de tantas lejanías pasajeras. Por ello, en esa oportunidad mi despedida fue afable con solo un ‘- Hasta luego’. Podía haber sido un ‘Chao’, pero estimé que esa despedida pseudo criolla, importada inversamente de Italia, era mas propia de quienes se despiden y se anhelan. Pero con mi amigo el Cáncer creo que no sucede esto.
Días atrás supe que volvió a mi vida y que esperaba acompañarme para siempre. Yo sólo atiné a sonreír. Un amigo debe ser bien recibido y para ello evitar los senderos de miedo, de amargura, de inseguridad. Miedo, porque podría alejarme de los míos. Amargura, porque habiendo tenido tanto tiempo me pareció no haber hecho nada por construirme por dentro. Inseguridad, porque no podía hacer nada por mi mismo para minimizar lo inevitable. Pero que equivocado estaba, yo tenía un verdadero amigo. Un amigo que me amaba así como yo era; un amigo podía dejar a noventa y nueve fieles por un rezagado desobediente. Y sentí su presencia, su atención, la fuerza de sus brazos protegiéndome de peligros… Y me refugié en Él y Él me está sacando adelante para vivir de nuevo.
Hoy disfruto del amigo verdadero… Jesús. A través de sus palabras en la quietud de la noche, en el silencio del día, me ha hecho comprender que la vida es así, que la felicidad son sólo momentos, muy largos o cortos, pero sólo momentos. Que la inmanencia al final de los días luminosos da paso a la trascendencia donde la felicidad se prolonga para siempre.
Oro por todos ustedes que han formado mi cielo en esta tierra.
Hace tiempo, escribí sobre un amigo de nombre terrorífico: “Cancer”, pero que, si bien es cierto, estuvo muy cerca pude alejarme de él… No sabía pero si presentía que sería, una de tantas lejanías pasajeras. Por ello, en esa oportunidad mi despedida fue afable con solo un ‘- Hasta luego’. Podía haber sido un ‘Chao’, pero estimé que esa despedida pseudo criolla, importada inversamente de Italia, era mas propia de quienes se despiden y se anhelan. Pero con mi amigo el Cáncer creo que no sucede esto.
Días atrás supe que volvió a mi vida y que esperaba acompañarme para siempre. Yo sólo atiné a sonreír. Un amigo debe ser bien recibido y para ello evitar los senderos de miedo, de amargura, de inseguridad. Miedo, porque podría alejarme de los míos. Amargura, porque habiendo tenido tanto tiempo me pareció no haber hecho nada por construirme por dentro. Inseguridad, porque no podía hacer nada por mi mismo para minimizar lo inevitable. Pero que equivocado estaba, yo tenía un verdadero amigo. Un amigo que me amaba así como yo era; un amigo podía dejar a noventa y nueve fieles por un rezagado desobediente. Y sentí su presencia, su atención, la fuerza de sus brazos protegiéndome de peligros… Y me refugié en Él y Él me está sacando adelante para vivir de nuevo.
Hoy disfruto del amigo verdadero… Jesús. A través de sus palabras en la quietud de la noche, en el silencio del día, me ha hecho comprender que la vida es así, que la felicidad son sólo momentos, muy largos o cortos, pero sólo momentos. Que la inmanencia al final de los días luminosos da paso a la trascendencia donde la felicidad se prolonga para siempre.
Oro por todos ustedes que han formado mi cielo en esta tierra.
domingo, 10 de septiembre de 2017
TANTO TIEMPO…
Estuve con mi amigo Erone. Era un joven más que yo
cuando crecíamos en las tierras sureñas ¡Que tiempos aquellos! Compartíamos
casi todo… el tiempo, nuestros sueños; luces y tinieblas. Compartíamos nuestra
soledad la que, cuando estábamos juntos, desaparecía. De niños jugábamos por
los prados de la plaza de Victoria, corríamos entre los setos y flores que con
amor verdadero mantenía Macedonio, el jardinero. Cuantas veces escuchamos sus
gritos de fingido enojo cuando nos sorprendía pisando sus cuadros recién
sembrados y nos motivaba para arrancar raudos y veloces. Ya lejos del peligro
inexistente, tomando forma de guerreros perseguidos, escondidos tras las ramas
de un arbusto, veíamos al temido y casi anciano Macedonio, tomar su azadón y rastrillo
y emparejar nuevamente el daño que dejamos.
Al centro de esa plaza había una gran pila. Una fuente
de que se alimentaba por un surtidor que lanzaba desacompasados chorritos de
agua. Dentro de ella nadaban pececitos de colores que se aglomeraban cuando se
les lanzaba miguitas de pan. Con Erone se nos
hizo una obsesión el tener uno de ellos y planificamos el cómo conseguirlo. Yo le sacaría un frasco
grande a mi mamá, de esos en que guardaba las mermeladas y conservas; entre
ambos, moleríamos una marraqueta para sacar las migas y desde el borde de la
pila, con ese sebo, atraeríamos los
peces donde uno de nosotros pudiera tomarlos con la mano. Así lo hicimos. Como
no había ningún frasco vacío saqué uno del fondo del estante. Estaba lleno de
“potitos” de alcachofas los que nunca me gustaron. Nos juntamos con mi amigo y
botamos el contenido en una alcantarilla. Como si fuéramos a cumplir una misión
imposible llegamos a nuestro objetivo: la pila. No se veía nadie en las
cercanías. En cuclillas, apoyados en el borde, empezamos a lanzar las miguitas
de pan al agua. Los pequeños peces
respondieron y comenzaron a acercarse. Nuestra emoción era indescriptible. Allí
estaban ya, al alcance de nuestras manos… Una sombra nos cubrió y al levantar
la vista vimos con terror que Macedonio el jardinero se había acercado hasta
nosotros… traté de ponerme de pie para arrancar… Tropecé, me enredé y solo
recuerdo el agua fría que me cubrió al caer en ella. Me sentí cogido por unos
brazos fuertes que me levantaron estilando. Se acercó y vi en su rostro, por
primera vez una sonrisa…
-
¿Estás
bien? Ya va a pasar el susto… Vamos te voy a dejar a tu casa…
Hoy, después de tantos años, me parece ver al buen
amigo jardinero, Macedonio, llevando de una mano a ese niño chorreando de agua y
en la otra un frasco conservero vacío…
Lo que sucedió en casa es otra historia.
jueves, 12 de enero de 2017
Niños y jóvenes… ¡los felicito!
Niños y jóvenes… ¡los felicito! ¿Porqué?
Bueno, por ser niños y jóvenes. Sencillamente
por ello: por ser niños y también jóvenes. ¿Saben? Yo también algún día fui
niño y mucho tiempo después fui joven. Del haber sido niño me acuerdo muy poco. Mis
recuerdos de entonces son como cuadros estáticos captados en ciertos puntos del
camino: un ‘cabro’ chico flacuchento pelo corto en la esquina asoleada de una
casa, otro niño bonito cercano. Un hombre joven engominado, de terno,
camisa blanca y corbata; de fondo una bicicleta negra, Philips, 28x1½…
El niño chico mi recuerdo antiguo y bello: mi hermano
Sergio, hoy esposo, padre amado y respetable. El chico flacuchento, niño de ese
tiempo, hoy flamante anciano por fuera y viejo regastado por dentro: yo. El
otro… nuestro padre, joven entonces, y que gracias a Dios aprendí a amar y conocerlo.
De ese día ya han pasado setenta años y aún
quedan en mi mente
frescos pincelazos de esa escena. Pedazos de cartulina brillante, estampas en blanco y negro, amarillentas por el paso de miles
de días y días. Entrada de cortas historias que se están perdiendo entre la niebla del pasado. Hoy las veo. las estudio, trato
de llegar por ellas a sus momento de origen. He recordado ‘tios’ que ya no
están. primos que nunca estuvieron…Sólo mis amigos de entonces permanecen
abrazados sonriendo en el recuerdo pero perdidos de mi realidad actual..
¿Saben? A través del tiempo he podido darme
cuenta que del pasado he quedado solo. porque yo he buscado esa soledad. Qué no
daría yo por regalar una flor a cada uno
de los seres que no olvido, o mejor, una semilla para que al sembrarla y crecer
permanezca más allá de mis recuerdos. Como flor efímera belleza como árbol
fruto y sombra duradera
.
Jetrón.
viernes, 26 de agosto de 2016
Una gotita de Luz
Crece en el
vientre de la niña…
Luz de
Espíritu,
Luz divina.
Una gotita
de Luz
que crece en
la esperanza,
que crece
cada día
y siendo tan
pequeña
ilumina
tantas vidas,
da luz a
tantos sueños,
que eterniza
la alegría.
Una gotita
de luz…
luz de luna,
una gotita
de luz…
luz de sol.
Una gotita
de Luz
Que crece
cada día…
Es un regalo
de Dios…
Es un regalo
de Dios
jueves, 29 de octubre de 2015
Ya he caminado tanto... pero mi paisaje es el mismo. Montes verdes, cerros altos blancos... La misma noche fria o tibia, negra o puntuada. He caminado tanto y al parecer no he avanzado nada... El mismo horizonte lejano como perspectiva infinita y aun parece tan lejano mi descanso. ¡Lo que es llegar a viejo, solo entre tanta gente!
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