viernes, 20 de diciembre de 2013

El Leñador y la Muerte


       Un pobre leñador, curvado ya por el peso de los años y por el atado de leña que cargaba en su espalda, caminaba vacilante sintiendo por sí mismo el más cruel de los desprecios. El dolor, el cansancio y  el calor sofocante fue tanto que, lanzando al camino la leña que cargaba,  se detuvo y se puso a pensar en su amarga vida y su obscuro destino:

-       ¿Que alegrías he tenido en mi mísero existir? Tras tanta vida, algún placer pude merecer pero no, poco pan, mucha hambre, cansancio sin descanso. Mis pobres hijos, mi mujer aguardando y el cobrador, a la espera… Ya no tengo fuerzas para seguir en esta miserable vida.

       Se sentía infeliz, vencido y acabado. Luego de un silencio sin vislumbrar ni siquiera una esperanza, gritó lleno rabia y de rencor:

-       ¡Muerte! ¡Muerte! Porqué me evitas… Por qué no vienes a mi y me libras de tanto sufrimiento...

       Sorpresivamente apareció frente al leñador la figura demacrada y terrorífica de la muerte que con voz profunda, lenta y sepulcral, se dirigió al pobre hombre que la miraba aterrorizado:

-     "Su merced me llamó y yo vine, ¿Qué deseas de mí?.

       El leñador, temblando ahora, con la voz en un susurro le contestó casi llorando:

-     "Sólo te llamé para que me ayudes a cargar en mi espalda la leña nuevamente”.


                                      o0o

             Recuerdo cuando era un niño, muchos pero muchos años atrás, mi madre me recitaba esta fabula de Esopo recopiada por La Fontaine. Creo que desde entonces aprendí a respetar la muerte y que no hay que buscarla para que nos ayude con nuestra carga…

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